Días extrañar. Dame más.

  • Día 0: Después de algunas confesiones alcoholizadas por el inconsciente soplón y una impaciente tarde de espera; los ojos miráronse y los labios sonrieron, las pieles se rencontraron, y entre palabras, los dos locos fluyeron... Una pequeña despedida a manera de excusa para sentirse de nuevo, para acercar las almas, para retar el deseo... Y así cuestionar la duda, la pregunta y el miedo.

 

  • Día 1: Ha de ser el frío, y el regocijo al distraerlo, lo que invita al recuerdo, por parecerse al sentir y a la idea de vos; mujer nevado, mujer volcán. Ojos tristes sobre sombras profundas; que congelan y confunden, que confunden y reinan; sonrisa coqueta de comisuras afiladas, en labios que tibios, besan y tientan.

    Pero algo se presenta, imponiéndose como espejo y promesa futura. De mala gana le dejo entrar a corromper el pensar, tal vez sólo por precaución. El viejo no hace más que remembrar sus amores perdidos, prohibidos, pasados, y mientras divaga en su difuso discurso no logro evitar la empatía. Dice que amó sin procesos, así como pretendo yo. Dice que se perdió entre sueños que resultaron en soledad… Y ahí sigue; recordando y hablando, recogiendo del cementerio del tiempo pedazos podridos del corazón.

    Vuelve el frío que despeja la mente… sólo espero que no vuelva el frío que detenga el fluir de la sangre que siente.

 

  • Día 2: Se acaban los versos y no quiero jugar, ya esto harto de eso. Mucho más por siempre verme como el que pierde sin siquiera entender el juego.

    Quiero que sea distinto, importante, aportarte… pero eso sí, sin dejar el deseo, la pasión ni la locura. Aprenderte y aprehenderte; servirme a ti en copa y al tiempo también beberte.

    Debe ser esta misma inconsistencia la que hace que prefieras callar y esperar, quizá hasta jugártela a varias cartas, en vez de ser conmigo, hacer conmigo y perdernos en ambos.

    ¿Es tu turno ahora?

 

  • Día 3: ¡Tanto he hablado!... Ya me indignado, enojado y entristecido, a fin de cuentas, empeliculado. Pero ya por fin hablamos y todo lo anterior se fue al carajo. Así mismo como pasa estando cerca: estoy contigo; estoy completo, nos despedimos y siento que todo se ha perdido. Pensándolo bien, me pasa cual perro, que espera nostálgico frente a la puerta y se desvive al verte al regresar de la tienda.

    Dame más, mírame más, bésame más, muérdeme más, loquesea-me, pero más. Hazle entender a un corazón desconfiado e inseguro, que donde busca abrigo… lo ha encontrado.

 

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