Mucho se ha dicho que las redes sociales son el espacio idóneo para el hedonismo y el narcisismo. Que el "me gusta" es reconfortante y justificante. Pero ahí no para todo, la naturaleza simbólica
del hombre permite que este tipo de espacios virtuales sean tan experienciales que a su vez sean reales, por lo cual, y avalado por la subjetividad y la democracia digital, cada individuo se
supone libre de expresar cuanto quiere, de criticar cuanto quiere, de hacer de su experiencia propia. Sin embargo, y como también funciona en el plano físico, la censura y correción política
limitan la expresión a una sonrisa impostada y dos palmaditas en la espalda, pues a base de argumentos ad hominem, los egos hedonistas y narcisistas determinan los límites de la
verdad.
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