Coprófago

No podría llevar cuenta de las veces que me han mandado a comerla, pero me es claro que cada día ingiero cierta cantidad de ella.


Y cómo no hacerlo, si desde que se levanta el quema mundos lo único que espero son los escupitajos del cielo, que le den un color más acorde y honesto a la realidad que contemplo.


Preparo la máscara de turno frente al espejo, socavo las comisuras de los ojos y los labios para así parecer más ingenuo y aparentar una actitud positiva, digna de protagonizar un bestseller. Salgo al caos con el anhelo redentor de lo que se ha perdido, del ser luchando contra lo habitual, lo banal y el olvido. Pero aunque ferviente el deseo; dormido.


Esto no es vida, acá yo sobrevivo, porque una lucha es tal cuando se tiene un motivo, cuando la existencia se reta y afirma más allá de los sentidos. Pero la decepción es grande, la razón es corta, el ideal maltrecho, el corazón vacío.


...Y es que no puedo tragarla toda entera, como me la han servido.

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