"Mira la esencia, no las apariencias"



No se puede mirar la esencia, ¿de qué está hablando?, la única manera de conocer la "esencia" de alguien es llegando a conformar una relación con esa persona. Y ni siquiera, pues el don de la mentira es grande, tanto así que alguna vez escuché la historia de una pareja tradicional conservadora, donde, sólo después del matrimonio, el esposo supo que se había casado con un hombre, y lo más impresionante de la historia es que ustedes ya se la estaban empezando a creer. 


La esencia es además una trampa, un anzuelo al que nos aferramos por el ojo, por lo que queremos, un souvenir de un mundo idealizado en el que las energía confluyen en pro nuestra. Pero la verdad es que de nada vale, porque por más que tendamos a no juzgar en primera instancia, siempre temeremos en la calle de quien no debimos, y viceversa. Y más jodido aún es amar a alguien por esencia, porque tarde o temprano será aparentemente evidente el desengaño.


La cosa es que eso de la esencia me cansó, antes lo quería creer, - y aunque exista tal cosa- de nada me sirve valorarla en esta vida tan real que no da espera. Sólo de actos, de palabras; de la acción en cualquier modo que modifique el presente, -que puede que exprese la esencia interior-, me voy a servir para creer en la gente, para ser con la gente. Para seguir amándote.


¿Esencia interior?, redundante por lo mismo... cuando se queda en el interior de nada me sirve. De nada me sirve un universo lleno de magia cuando sólo solo me quedo admirándolo desde afuera, desde lo más lejos, como un misterio que se desea. No quiero amar un misterio ni mucho menos saberte completa... pero si he de mirarte quisiera ser parte.

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